LA VIDA Y YO
LA VIDA Y YO
La vida me ha enseñado
mucho, especialmente a quererla, casi como lo hizo y enseñó el Nietzsche de mis
afectos, quién me ha indicado en el pensamiento la base de los todos los
tesoros. Sí, el pensamiento depara los gustos del avaro sin mostrar sus
aprensiones. Permite mirar el mundo desde lo alto donde los mejores placeres se
encuentran en las fruiciones intelectuales. He disfrutado la contemplación del
mar, de las montañas, de bosques, de la luz, quizá he visto bastante, no todo
obvio. Pero en grandes magnitudes y sin fatiga, tranquilamente.
No espero de nadie nada,
por eso lo que me llega siempre ha sido un agrado, sin reclamo. Paso por el
mundo como por el jardín de mi casa, los amores, los fiascos, las derrotas, las
ambiciones, las quiebras son como ideas, aterrizadas, sin ilusiones y en vez de llorar por
ellas las traduzco, en vez de permitir que me destruyan en el suicidio las
dramatizo y desarrollo como novelas que leo y rumio en mi interior.
Gozo de buena salud, en
razón a que nunca he fatigado mi cuerpo y siento mi cabeza mejor abastecida que
la tienda de mi vecino. Allí tengo mi capital. El deporte individual me ubica
en placeres extremos con interminables diálogos con mi cuerpo y el espectáculo
ambiental, que nos brinda sin intereses la naturaleza. Disfruto mirar
inteligentemente al pasado, como recordando aquella película ya vista, evoco
países de mi corazón, lugares de ensueño, el sol en los océanos, historias del
mundo en figuras bellas que sensibilizan al más árido. Cuento con un harén
imaginario donde están todas las mujeres que no he tenido y se esconden en la
web.
Estudio las guerras, las
religiones y las revoluciones y las juzgo. Mucho de ellas no tienen que pasar, pero pasan y su causa está en las más notorias características del hombre: Primero la codicia segunda un incompleto
sentido gregario y de tercero siento la inequidad. Me pregunto: ¿Por qué hay
que preferir admiraciones ligeras y desastres de voluntades engañadas? Siento
que las guerras, las religiones o revoluciones son generadoras de violencia y
muerte. A los promotores modernos deberíamos hacerlos comparecer ante el mundo
como en el “Sueño de las Escalinatas”. Esos formadores de guerras, los veo como
los dueños del capital, los que nos quitan el inmenso placer de movernos de lado
a lado, sin ataduras de tiempo y espacio, como en otras latitudes cuánticas
donde puedan ver a Dios los creyentes o la nada los ateos y poder
abarcarlo todo.
El estudio y la música
son para mí algo maternal, sobrepasan los límites de lo sublime, nos producen
recompensas que nutren nuestra vida y hasta nos cuidan la salud. La música nos
enseña que nada puede ser sin partitura, sin armonía, sin cadencia. El estudio
y la música tienen magia, nos prodigan deleites indescriptibles, como todo lo
que tiene que ver con la inteligencia organizada, además son el mejor nutriente
que se les hereda a los hijos, como la leche materna.
No quisiera volver a ser
engañado, por una sonrisa, por una promesa, por una mirada, o por la codicia
humana. Hace tanto daño solicitar prestado, que eso nos cuesta el honor, o
la perdida de la dignidad y quienes con descaro nos pueden haber
conducido a ello, en ocasiones deberían tener vergüenza.
Comparto con quienes no
conciben el amor en la miseria, para poder alertar nuestros sentidos,
necesitamos con qué. Una mujer puede haber nacido para no ser fea, pero sino se
moldea, se quiere y se acomoda, su belleza no se nota, se esconde. Necesita el
poder hacerlo, capacidad de acción, que no habita en la miseria, eso cuesta.
Este pequeño escrito no
es mio propio, es de tantos genios del pensamiento con quienes he gozado el enorme placer de haberles leído a gusto y haberme dejado modificar o enriquecer con
sus pensamientos.
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