EL LENGUAJE Y DAR PAPAYA

                                                             EL LENGUAJE Y “DAR PAPAYA” 


Coinciden los filósofos que son los poetas los que nos traen de lo sagrado las palabras. Nuevas, limpias, aún sin manosear. Los poetas inventan como dioses las palabras que a través de su uso consuetudinario llegan a ser pertenencia de los mortales. O sea que hacer poesía es de suyo, hacer entrega de nombre a los dioses, es cómo, poéticamente el hombre hace de esta tierra su hogar, a través de la palabra. El hombre vive en el lenguaje y al poetizar está nombrando palabras para nuestro oficio de hablar y de construir mundo.

 

Entonces el poeta tiene por deber poblar con la palabra la tierra, así ninguna cosa es donde falte palabra, por eso el filósofo dijo: “Nuestra casa es el lenguaje”. Sí, todo cuanto somos está registrado en el lenguaje y notamos que cada idioma es una manera distinta de pensar; como mundos diferentes que consignan características históricas, geográficas y ontológicas propias de sus hablantes. Sus valores, sus amores, sus pasiones, todo está allí, en el lenguaje, como experiencias indelebles, como contenidos de verdad generadores de conciencia común que el mismo lenguaje prolonga.


El lenguaje tiene que ver con todo, hasta con ese aparente contenido de verdad que se desborona en la retórica, (arte de la persuasión mediante discursos) y entra en el ethos de la comunidad lingüística. Verdad sin evidencia y juegos del lenguaje que nos llevan al arte del discurso y de la persuasión retórica. 


Observemos una frase muy nuestra, muy colombiana y manoseada, dicha y redicha: “Dar Papaya”. Acaban de recordar tantas connotaciones de ella en colombiano. Hasta un absurdo ético, quizá de vergüenza social, donde el sentido que está lacrado es que en nuestra sociedad el ilícito está permitido y aceptado en determinadas circunstancias.  Ante la denuncia, es fácil escuchar de quien recibe la denuncia: “antes, debe agradecer que no nos pasó más”. De esa aceptación social da fe nuestro idioma. 


El lenguaje aquí, refleja el estado por el cual va nuestra escala de valores, nuestra costumbre cultural. “Usted dio papaya". No tiene derecho ni a descuidarse, ni a ser viejo, porque, el viejo por su circunstancia se descuida. 


El mundo del lenguaje es el mundo de la vida cultural. En nuestro caso, da profundo pesar que este concepto se haya enquistado en nuestro idioma, siendo fiel reflejo de nosotros, que nos acostumbramos a vivir crímenes y corrupción reiterativos, casi sin molestia. Por obvias razones “el dar papaya” no existe en otros idiomas porque son otras sociedades.


El lenguaje nos está mostrando la necesidad vital de una reestructuración total de nuestros valores, donde nos levantemos como grupo social para exigir respeto y dignidad. El lenguaje colombiano nos indica, para des-enquistar ese concepto del “dar papaya” hay que romper con toda aprobación de la corrupción generalizada, de la cual el idioma es testigo.


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