EL BAILE DE MASCARAS
EL BAILE DE MASCARAS
Desde tiempos muy remotos, en la mayoría de países, se ha permitido a
la muchedumbre expresarse como actores y espectadores al mismo tiempo.
Generalmente una vez al año; mediante fiestas populares o carnavales, quizá de
manera grotesca, tapando la cara con antifaces encubridores, para así poder,
vocalizar, vociferar, o aullar todas sus discrepancias de la vida cotidiana, contra
gobernantes, contra religiosos o sencillamente contra personajes del pueblo.
Paradójico ver, cómo tantas torpezas van conduciendo a un escalonamiento de alegría y furor donde las personas se confunden en el oprobio o la ignominia con que los gobiernos o los dirigentes engolosinan a los pueblos, utilizando la máscara con la cual esconden, la prostitución, la ignorancia y el desempleo y así poder divertir la chusma. Ese conglomerado social doliente, de antítesis, de conformismos, de cansancio en las denuncias sin eco, que quiere brillar y cantar, pero que sus harapos y sus condiciones no les ha permitido, siquiera ladrar. Carrozas multicolores adornadas de flores, cintas o guirnaldas, sirven de máscaras a ese fango social de los barrios situados a escasos kilómetros del festín.
Todos estos son festivales malsanos que transforman irrespetuosamente, a los pueblos en populacho, con menos pan que circo, porque los gobernantes necesitan payasos que sean la máscara que esconda el fango con colores, como en aquellas caras magistrales de grandes expresiones en las películas de Fellini.
De igual manera que en lo social, en lo personal las máscaras pululan. Siempre confirmamos su existencia por cuanto muchos nos hemos asustado al ver a los otros como son y a nosotros mismos. Cómo nos asombraríamos si tuviésemos el poder de transparentar no solo los bloques de edificios y casas, sino las ocultas falsedades, hipocresías, muecas, mentiras y engaños, para hacer ver cuan poca honradez hay en el mundo y como están detrás de las virtuosas apariencias secretamente escondido el deshonor.
Nuestro mundo civilizado no es más que la mascarada donde están inmersos Sacerdotes, Políticos, Caballeros, Abogados, Doctores, Filósofos etc., donde estamos todos. Pero todos no somos lo que representamos, sino la máscara bajo la cual por norma general se esconden los especuladores del dinero. A veces utilizan una verdadera, cuando se necesita un abogado para que nos defienda y tomarla en préstamo de otro o en la fastidiosa mascara de la caridad televisada en representación de una empresa sin “ánimo de lucro” ... El campo para las mujeres es más restringido, siempre se sirven de la máscara de la decencia, del pudor, de la modestia, del caserísimo.
Como hizo de falta para América Latina que la reforma de Lutero, en sus tres conceptos trascendentes: La ética como imposibilidad de comprar salvaciones. El trabajo como ente fundamental y digno. La educación y la ciencia como pilares del desarrollo y el progreso, hubiesen alcanzado esta región del mundo para cambiar la realidad de la ignorancia y la tradición como maestra y así quitar la máscara con la cual nos han tenido encerrados.
Soy optimista y siento que, a través de la
denuncia y el aprendizaje constante, la obsesión por el conocimiento, la
necesidad del arte y la cultura para la vida, los pueblos lograran salir de la
esa cueva, como el fundamento de todos los males sociales, la cima del crimen y
así será sincero, algún día el baile de máscaras…
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